domingo, 27 de febrero de 2011

 

LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN
1. LAS EMANACIONES DEL AGUILA

a) - La percepción
b) - La burbuja de la percepción
c) - ¿Que es la realidad?
d) - El punto de encaje
e) - Seis proposiciones explicatorias
f) - Los desnates


"La percepción y concepción que Don Juan tiene de la realidad y el tiempo son indudablemente muy distintas a la nuestra. Si bien a nivel de la cotidianeidad Don Juan es siempre impecable, esto no impide que sepa que "de este lado" todo es definitivamente pasajero."

Según Don Juan lo que constituye "el mundo" son las emanaciones del Águila; los antiguos videntes, a través de las plantas de poder y de cientos de años de experimentos y fracasos lograron ver la fuerza que es el origen de todo. A esta fuerza le llamaron el Águila porque, al vislumbrarla brevemente, le encontraron parecido a un águila blanca y negra de tamaño infinito. Pero ni es un águila ni se parece a ella; es sólo una forma de humanizar o conceptualizar algo que es imposible de describir.

Los antiguos videntes también descubrieron que, debido a nuestra consciencia de ser, creemos que nos rodea un mundo de objetos, pero que en realidad son las emanaciones del Águila, fluidas, en movimiento, inalterables, eternas. El Águila otorga la consciencia de ser para que la desarrollemos y acrecentemos a través de nuestra vida pero, al final de ella, nuestra consciencia de ser es devorada o absorbida por el Águila (la fuerza, el infinito, lo total). Para los antiguos videntes la razón de la existencia de los seres humanos entre otros seres vivos es desarrollar y acrecentar la consciencia de ser, y esta energía que produce la consciencia de ser es requerida por el Águila.

Pero finalmente, como dice Don Juan, no existen ni Águila ni emanaciones, sino algo que ningún ser vivo puede comprender. Sin embargo, el Águila y las emanaciones son algo tan real para los toltecas y la Toltequidad como para uno lo puede ser el tiempo o la fuerza de la gravedad.
Recibir el Don del Águila es la meta final de los videntes; es la libertad total o la consciencia total.

Lo que percibimos como mundo son las emanaciones del Águila.
Don Juan me explicó que el mundo que percibimos no tiene existencia trascendental. Como estamos familiariza­dos con él creemos que lo que percibimos es un mundo de objetos que existen tal como los percibimos, cuando en rea­lidad no hay un mundo de objetos, sino, más bien, un universo de emanaciones del Águila.
Esas emanaciones representan la única realidad inmuta­ble. Es una realidad que abarca todo lo que existe, lo per­ceptible y lo imperceptible, lo cognoscible y lo incognoscible. (o bien lo imperceptible , lo que se puede conocer y lo que no se puede conocer)
Los videntes que ven las emanaciones del Águila las llaman mandatos a causa de su fuerza apremiante. Todas las criaturas vivientes son apremiadas a usar las emanaciones, y las usan sin llegar a saber lo que son. El hombre común y corriente las interpreta como la realidad. Y los videntes que ven las emanaciones las interpretan como la regla.
A pesar de que los videntes ven las emanaciones, no tienen manera de saber qué es lo que están viendo. En vez de enderezarse con conjeturas superfluas, los videntes se ocupan en la especulación funcional de cómo se pueden interpretar los mandatos del Águila. Don Juan sostenía que intuir una real­idad que trasciende el mundo que percibimos se queda en el nivel de las conjeturas; no le basta a un guerrero conjeturar que los mandatos del Águila son percibidos instantáneamente por todas las criaturas que viven en la tierra, y que ninguna de ellas los perciben de la misma manera. Los guerreros deben tratar de presenciar el flujo de emanaciones y "ver" la manera como el hombre y otros seres vivientes lo usan para construir su mundo perceptible.
Cuando propuse utilizar la palabra "descripción" en vez de emanaciones del Águila, Don Juan me aclaró que no estaba haciendo una metáfora. Dijo que la palabra descripción connota un acuerdo humano, y que lo que percibimos emer­ge de un mandato en el que no cuentan los acuerdos humanos.
 
La percepción

Una premisa de la brujería es que los parámetros de nuestra percepción normal nos han sido impuestos como parte del proceso de adaptación social, no en forma por completo arbitraria pero con todo prescritos de manera forzosa. Uno de los aspectos de dichos parámetros obligatorios es el sistema de interpretación que convierte los datos sensoriales en unidades significativas, las cuales convierten al orden social en una estructura de interpretación.
Nuestro funcionamiento ordinario dentro del orden social requiere una adhesión ciega y fiel a todos sus preceptos, ninguno de los cuales da posibilidad de percibir energía de manera directa. Don Juan afirmaba, por ejemplo, que es posible percibir a los seres humanos como campos energéticos en forma de enormes, blanquecinos huevos luminosos.
A fin de lograr la hazaña de aumentar nuestra capacidad de percepción requerimos energía interna. Por lo tanto, el problema de proveerse de energía interna necesaria para cumplir con tal tarea se torna la principal preocupación de los estudiosos de brujería.

Don Juan decía que la percepción es una facultad física que cultivan las criaturas vivientes; el resultado final de este cultivo en los seres humanos es conocido, entre los videntes, como "atención". Don Juan describió la atención como el ac­to de enganchar y canalizar la percepción. Dijo que ese acto es nuestra hazaña más singular, que cubre toda la gama de alternativas y posibilidades humanas. Don Juan estableció una distinción precisa entre alternativas y posibilidades. Alternativas humanas son las que estamos capacitados para escoger como personas que funcionan dentro del medio so­cial. Nuestro panorama de este dominio es muy limitado. Po­sibilidades humanas resultan ser aquellas que estamos capa­citados para lograr como seres luminosos.

Don Juan describe un esquema clasificatorio de tres tipos de atención, enfatizando que llamarlos "tipos" es erróneo. De hecho, se trata de tres niveles de conocimiento: la primera, la segunda y la tercera atención; cada una de ellas es un domi­nio independiente, completo en sí.

Para un guerrero que se halla en las fases iniciales de su aprendizaje, la "primera atención" es la más importante de las tres. Don Juan decía que sus proposiciones explicatorias eran intentos de traer al primer plano el modo como funciona la primera atención, algo que es totalmente desapercibido por nosotros. Consideraba imperativo que los guerreros compren­dieran la naturaleza de la primera atención si es que iban a aventurarse en las otras dos.








La burbuja de la percepción

La burbuja de la percepción está en el tonal y es allí donde se estructuran todos nuestros sentimientos; donde está nuestra "organización unificada" de los millones de átomos que tienen la voluntad de conformar nuestra unidad. Cuando nacemos se conforma el "racimo" que se desintegra y regresa al lugar de origen cuando morimos. Lo que hacen los brujos al entrar al nagual es muy parecido a lo que es la muerte, excepto que el "racimo" no se desintegra sino que se expande sin perder la unión. Los brujos, a través de la Toltequidad, pueden entrar al nagual desde un punto que llaman "la voluntad",. que les permite expandir su racimo y dejar que se organice y reorganice en todas las formas posibles, y regresar del nagual a la isla del tonal (Es lo que logra hacer Castaneda en su salto al vacío, desde una montaña, concluyendo con esto la enseñanza del lado del tonal).

Ese es el momento en el que el guerrero se convierte en hombre de conocimiento pues ha logrado la impecabilidad en la isla del tonal, y con humildad busca en el nagual llegar a la libertad total.

¿Que es la realidad?





"Don Juan es un hombre libre. El busca la libertad, su espíritu la busca. Don Juan está libre de ese prejuicio básico; el prejuicio perceptivo que no nos deja ver la realidad".






"El mundo es tal como parece y sin embargo no lo es. No es tan sólido y real como nuestra percepción nos ha llevado a creer, pero tampoco es un espejismo. Nosotros percibimos. Pero lo que percibimos no es un hecho del mismo tipo, porque aprendemos qué percibir"






"La afirmación de que la "Realidad es el sujeto absoluto" no es verdadera ni falsa sino que está vacía, no tiene el menor sentido, porque también podríamos afirmar exactamente lo contrario, que "La Realidad es el objeto absoluto". Lo mismo sucedía en Oriente: "La Realidad es Atmán" contra "La Realidad es Anatmán" hasta que Nagarjuna desmanteló esa forma de pensar de la misma manera que lo haría Kant en Occidente."
Ken Wilber






"Para Prigogine, la realidad es multidimensional y las leyes de cada nivel de realidad son distintas de las leyes de los otros niveles."






"La realidad es una, desde luego, pero comprende diferentes divisiones, reinos o modos de ser. Aquellos que conocen esto y viven conscientes de lo mismo encuentran la felicidad, la bondad y la verdad, cualquiera que sean sus circunstancias, porque su orientación es siempre hacia arriba, hacia una realidad más elevada. Aquellos que viven ignorantes de esto se revuelcan en un pantano de confusión y de apetitos corpóreos, cegados por la realidad finita, inferior y sombría."






"El chamán cree que esta vida es Maya, un sueño, una ilusión y que la realidad es el Otro Mundo, el mundo de Luz y espiritual. El Chamanismo Esencial dice que somos espíritus, que nuestros espíritus han tomado forma en nuestros cuerpos y que hemos bajado desde nuestro hogar en los cielos a este mundo para aprender en diferentes vidas y existencias."






"La realidad es un misterio, lo ha sido siempre y lo más probable es que lo siga siendo. Un paradigma sirve para relacionarse con ese misterio de forma que sea más o menos predecible."

















El punto de encaje

La concepción de la realidad y la concepción de la realidad de los chamanes, está ligada al movimiento del punto de encaje. Los chamanes sostienen que cualquier cosa que percibimos delante nuestro está determinada por la ubicación del punto de encaje. Nacemos dentro de esta realidad..... Ahora bien, los chamanes miran la realidad de forma inmediata. En vez de funcionar con apariencias de la manera en que nosotros lo hacemos en la vida cotidiana... nosotros no percibimos directamente. Nosotros ya hemos filtrado nuestra percepción a través del lenguaje, a través de nuestra cultura, a través de nuestras experiencias pasadas. No estamos percibiendo directamente. El entrenamiento de los chamanes es para regresar a esa percepción directa de la realidad. Ellos se hacen las mismas preguntas que los fenomenólogos: ¿Qué es la percepción? ¿Qué es la realidad? ¿Qué es el acordar? Pero ellos dicen que la percepción es realmente un asunto de tener el punto de encaje en la misma posición. O, digamos que el acordar es que todos tengan el punto de encaje en el mismo lugar. Cuando se mueve de ese lugar, se constituyen otras realidades tan reales como esta en la que nos encontramos ahora. Todos nosotros tenemos la sensación que allí hay algo más pero no tenemos la energía para asirlo. O sentimos que nos gustaría ser diferentes o más coherentes, más claros, más vitales. Pero no lo somos. No podemos por la carga de la sociedad, de nuestro trabajo, de los asuntos de la vida diaria, por nuestras preocupaciones en torno a nosotros mismos, qué es lo que va a pasar conmigo, a mí, a mí mismo, y yo, son los asuntos principales. No tenemos energía para nada más. Existe otra posición que todos nosotros podemos tener y que deberíamos activar. Deberíamos usarla como un contrapeso y eso es lo que nos va a dar la energía para no ser influenciados por la vida cotidiana. Nos va a dar... nos permite tener una pequeña plataforma fuera del atolladero en donde estamos y nos permite ver desde una perspectiva diferente.

Seis proposiciones explicatorias

A pesar de las asombrosas maniobras que don Juan efectuó con mi conciencia, a lo largo de los años yo persistí, obsti­nado, en tratar de evaluar intelectualmente lo que él hacía. Aunque he escrito mucho acerca de estas maniobras, siem­pre ha sido desde el punto de vista experiencial y, además, desde una posición estrictamente racional. Inmerso como estaba en mi propia racionalidad, no pude reconocer las metas de las enseñanzas de don Juan. Para comprender el alcance de estas metas con algún grado de exactitud, era necesario que perdiera mi forma humana y que llegara a la totalidad de mí mismo.
Las enseñanzas de Don Juan tenían como fin guiarme a tra­vés de la segunda fase del desarrollo de un guerrero: la verifi­cación y aceptación irrestricta de que en nosotros hay otro tipo de conciencia. Esta fase se dividía en dos categorías. La primera, para la que Don Juan requirió la ayuda de Don Ge­naro, trataba con las actividades. Consistía en mostrarme ciertos procedimientos, acciones y métodos que estaban dise­ñados a ejercitar mi conciencia. La segunda tenía que ver con la presentación de las seis proposiciones explicatorias:

1. Lo que percibimos como mundo son las emanaciones del Águila.
2. La atención es lo que nos hace percibir las emanaciones del Águila como el acto de "desnatar"
3. A los desnates les da sentido el primer anillo de poder
4. El intento es la fuerza que mueve al primer anillo de poder
5. El primer anillo de poder puede ser detenido mediante un bloqueo funcional de la capacidad de armar desnates.
6. La segunda atención

A causa de las dificultades que tuve en adaptar mi racionali­dad a fin de aceptar la plausibilidad de lo que me enseñaba, don Juan presentó estas proposiciones explicatorias en tér­minos de mis antecedentes escolásticos.

Lo primero que hizo, como introducción, fue crear una escisión en mí mediante un golpe específico en el omóplato derecho, un golpe que me hacía entrar en un estado desusual de conciencia, el cual yo no podía recordar una vez que había vuelto a la normalidad.
Hasta el momento en que Don Juan me hizo entrar en tal estado de conciencia tenía un innegable sentido de conti­nuidad, que creí producto de mi experiencia vital. La idea que tenía de mí mismo era la de ser una entidad completa que podía rendir cuentas de todo lo que había hecho. Además, me hallaba convencido de que el aposento de toda mi con­ciencia, si es que lo había, se hallaba en mi cabeza. Sin embargo, don Juan me demostró con su golpe que existe un centro en la espina dorsal, a la altura de los omóplatos, que obvia­mente es un sitio de conciencia acrecentada.

Cuando interrogué a Don Juan sobre la naturaleza de ese golpe, me explicó que el nagual es un dirigente, un guía que tiene la responsabilidad de abrir el camino, y que debe ser impecable para empapar a sus guerreros con un sentido de confianza y claridad. Sólo bajo esas condiciones un nagual se halla en posibilidad de proporcionar un golpe en la espalda a fin de forzar un desplazamiento de conciencia, pues el poder del nagual es lo que permite llevar a cabo la transición. Si el nagual no es un practicante impecable, el desplazamiento no ocurre, como fue el caso cuando yo traté, sin éxito, de colocar a los demás aprendices en un estado de conciencia acrecen­tada aporreándolos en la espalda antes de aventuramos en el puente.

Pregunté a Don Juan qué conllevaba ese desplazamiento de conciencia. Me dijo que el nagual tiene que dar el golpe en un sitio preciso, que varía de persona a persona pero que siempre se halla en el área general de los omóplatos. Un nagual tiene que ver para especificar el sitio, que se localiza en la periferia de la luminosidad de uno y no en el cuerpo físico en sí; una vez que el nagual lo identifica, lo empuja, más que golpearlo, y así crea una concavidad, una depresión en el cascarón lu­minoso. El estado de conciencia acrecentada que resulta de ese golpe dura lo que dura la depresión. Algunos cascarones luminosos vuelven a sus formas originales por sí mismos, algunos tienen que ser golpeados en otro punto a fin de ser restaurados, y otros más ya nunca recuperan sus formas ovales.

Don Juan decía que los videntes ven la conciencia como una brillantez peculiar. La conciencia de la vida cotidiana es un destello en el lado derecho, que se extiende del exterior del cuerpo físico hasta la periferia de nuestra luminosidad.
La conciencia acrecentada es un brillo más intenso que se asocia con gran velocidad y concentración, un fulgor que satura la periferia del lado izquierdo.
Don Juan decía, que los videntes explican lo que ocurre con el golpe del nagual, como un desalojamiento temporal de un centro colocado en el capullo luminoso del cuerpo. Las emanaciones del Águila en realidad se evalúan y se seleccio­nan en ese centro. El golpe altera su funcionamiento normal.

A través de sus observaciones, los videntes han llegado a la conclusión de que los guerreros tienen que ser puestos en ese estado de desorientación. El cambio en la manera como fun­cione la conciencia bajo esas condiciones hace que ese estado sea un territorio ideal para dilucidar los mandatos del Águila: permite que los guerreros funcionen como si estuvieran en la conciencia de todos los días, con la diferencia de que pueden concentrarse en todo lo que hacen con una claridad y con una fuerza sin precedentes.

Don Juan decía que mi situación era análoga a la que él ha­bía experimentado. Su benefactor creó una profunda esci­sión en él, haciéndolo desplazarse una y otra vez de la con­ciencia del lado derecho a la del lado izquierdo. La claridad y la libertad de su conciencia del lado izquierdo se hallaban en oposición directa a las racionalizaciones e interminables defensas de su lado derecho. Me dijo que todos los guerre­ros son echados a las profundidades de la misma situación que esa polaridad modela, y que el nagual crea y refuerza la escisión a fin de conducir a sus aprendices a la convicción de que hay una conciencia en los seres humanos que no se ha ex­plorado.
"El don del Águila"
Carlos Castaneda

Los desnates

Cuando nosotros miramos un árbol; como seres humanos adultos, serios, nuestros puntos de encaje alinean un número incalculable de emanaciones y logran un milagro. Nuestros puntos de encaje nos hacen percibir un racimo de emanaciones que llamamos árbol.
El punto de encaje no sólo efectúa el alineamiento necesario para la percepción de ese racimo, sino que también borra el alineamiento de ciertas ema­naciones que pertenecen a ese racimo para poder llegar a un mayor refinamiento de la percepción, a un delicado esquema humano que no tiene paralelo.
Los nuevos videntes observaron que sólo los seres humanos son capaces de agrupar emanaciones aún dentro de los racimos normales. Para describir tal cosa Don Juan utiliza la palabra "desnate", y lo compara al acto de recoger la nata de un recipiente de leche hervida, después que se ha enfriado. De igual manera, en térmi­nos de percepción, el punto de encaje del hombre toma una parte de las emanaciones ya seleccionadas para el alineamiento y forma con ellas un esquema más deleita­ble.

"- Los desnates del hombre son más reales que lo que perciben otros seres. Ese es nuestro peligro latente. Son tan reales para nosotros que nos hacen olvidar que los hemos construido nosotros mismos al ordenar a nuestros puntos de encaje que se estacionen donde lo hacen. Nos olvidamos que solamen­te son reales para nosotros porque ese es nuestro coman­do. Tenemos poder para sacar la nata de los alineamien­tos, pero no tenemos poder para protegernos de nues­tros comandos. Eso se tiene que aprender. Darle rienda suelta a nuestros desnates, como lo hacemos, es un error de juicio que pagamos tan caro como los antiguos viden­tes pagaron los suyos."






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